miércoles, 20 de mayo de 2015

El amor vuelve a ser otro plato de comida y un té

Creo que toda la mala sangre de todos estos días termino enfermandome. Hoy me desperte con toz, pero luego fui a dar la clase de yoga y me sentí genial. Por la tarde dando las clases en la escuela fue que de repente sentí un malestar general, todo el cuerpo me pesaba y dolía, sentía mi garganta vacía sin nada de fuerza. Luego se sumo dolor de cabeza. Llegue a casa y me metí en la cama, no podía hacer ninguna otra cosa. Y ahí quedan las pilas de tareas urgentes pendientes, laborales, personales, tramites y domesticas.  
Sattva me cuida muchísimo, y eso me emociona. Tan ciega estoy que no veo su amor a diario? Como el coche no anda me lleva y me trae hace un mes en su moto a todas partes para que llegue en horario. Y desde que me sentí mal me trae frutas, comida, tés a la cama y ya me advirtió que hizo una cena bien nutritiva. Me emociona su amor como el primer día. Y me detengo a observar como es que me distraigo en ver a este hombre y su amor, como que lo olvido viendo desde mi tamiz, que gran error para modificar. 
Hace un tiempo abatida de que no hable del tema del bebé, lo senté y se lo plantee. Me miro a los ojos muy serio (Sattva suele hablar todo en chiste) y me dijo "Se toda tu historia clínica, y veo tu tristeza a diario con el tema del bebé, lo estamos buscando de todas las maneras posibles que estén al alcancé. No soy tan forro de encima estar diciendo a cada rato cuántas ganas tengo de tener un hijo con vos, para que te sientas aún peor." 
Hace un año apenas mudados a la nueva ciudad, nos fuimos a unos 150 km a la consulta con aquel médico el Dr. A, al cual nunca más volví. Era el único especialista de la zona, volví llorando las dos horas de regreso a casa y seguí toda la noche. En la primer y única consulta nos había dejado claro que mis análisis era lo peor que había visto en su vida. Y que las chances de rescatar un óvulo eran nulas. Si bien, tenía idea de que mi historia clínica era delicada, no había tenido una opinión tan severa, no había tenido enfrente a alguien que me diga que si no hacía óvulos tener o no mis ovarios era lo mismo, que podía quitarmelos y daba igual.  
Me acuerdo que aún así Sattva me alento a que comprara las tiras reactivas de ovulación, bueno, nunca me sirvieron. Sattva se enojo mucho conmigo ese día y yo con él. Yo sentía que no me entendía, el sentía que yo no quería aceptar la realidad. Y así mi llanto se prolongo, no era un llanto y nada más, era esa sensación que me serpenteó un tiempo, de no encontrar mucho sentido a la vida si no puedo traer vida. Me acuerdo el dolor que sentía a la mañana siguiente cuando tuve que ir a trabajar y mis ojos no podían estar más hinchados, deformada mi cara y mis ánimos enterrados en subsuelos. 
Sobrellevar ese día fue terrible, lo recuerdo y casi llego a sentir el peso de ese laburo absurdo y el peso de mi misma. Pero lo que más recuerdo hoy es a Sattva regresando horas más tarde a mi trabajo a traerme un plato de comida, sano, bien sano, con una sonrisa, un chiste, un beso. Tanto amor y cuidado como el que me da hoy. 









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