Pase el cumpleaños. Sobreviví la
tristeza. Sobreviví el silencio de bajar la cabeza frente a todo lo que me
presiona y me jode. Sobreviví ver gente, sobreviví reuniones sociales,
sobreviví unos 100km en la ruta (hace un tiempo me dio por tener pánico en los
viajes en ruta). Sobreviví a festejos de actos escolares, de muestras
universitarias, sobreviví a las horas extras y al trabajo extra en todos mis
trabajos. Y sobrevivo cada día que la tristeza asoma, me corro de ella como
puedo. Entre tanta supervivencia persiste el zigzag vertiginoso de la vida con
Sattva, con su puñado de hermosura y su campo de disgustos. A veces quiero
mandar todo a la puta que lo parió y sacarme un pasajes lejos. Y en esa
decisión liberar este dolor de la maternidad. Pero me escaparía.
En lugar de escapar llame a mi prepaga y
me confirman que desde diciembre estoy autorizada a un nuevo tratamiento.
Digerí la noticia, sin alegría, sin expectativa, solo con prudencia y con deseo
de convicción y tener ganas de hacerlo otra vez, pero aún el dolor es más fuerte que la esperanza. A los dos días
llame también a la clínica de fertilidad de mi prepaga para pedir turno y
volver a empezar. El Dr. Moño dejó de trabajar allí. ¿Y ahora qué?
No hay comentarios:
Publicar un comentario