Sattva tiene una inestabilidad laboral que
ya me es incomprensible e insoportable, carga sobre mis espaldas la economía y
el seguir laburando más y más. Y también carga sobre mi su malhumor al
respecto. Sattva tiene un carácter difícil y yo otro tanto. Él es parco, y no
te larga una palabra de amor ni que le ruegues. Yo soy tipo Heidi de abrazar,
mimar y decirlo todo repetidas veces y preguntarlo todo y le doy a la palabra una entidad
absoluta.
Entre sus días de cascarrabias y frialdad me brindo
la mayor cantidad de sorpresas, cariños y mimos que pudo en mi cumpleaños. Me costo
aflojar pero disfrute algo. El disfrutar tan poco me hizo notar la incapacidad
de disfrutar que estoy teniendo, y de reír ni hablar. Me apunto tarea para el verano.
Me llevo al mar de sorpresa en la
noche estrellada, tenía escondido todo en el baúl del coche. Me dio un regalo, un pastel de frutos secos con una velita,
un vino y hasta llevo copas. Aunque casi no tolero tomar alcohol, ese regalo
fue porque un médico me prescribió de cuando en cuando tomar un malbec frente
al mar para disfrutar la vida. Y Sattva se lo apunto.
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