viernes, 27 de noviembre de 2015

En los cumpleaños no queda nada que festejar


Hace tres cumpleaños imagino mi cumpleaños embarazada. El cumpleaños y el nuevo año pasa por encima, arrasá, me aplastá y sigue pasando el tiempo sin embarazo. Imagino todas las cosas que pueden decirme distintas personas al respecto y quizás que hasta yo misma le diría a alguien al respecto de celebrar la vida y todo eso que, la verdad, no me importa ni un poco. Cumplir años me cae mal. Y con ello se va una cosa más que la infertilidad me roba.
Mis cumpleaños se caracterizan por ser en la tardía primavera, días calurosos, soleados, repletos de flores.  Y es algo que es tan característico que plantaba un ánimo, un brillo, en mis cumpleaños yo solía ver los colores más fuertes y brillantes, sonreía, cocinaba, celebraba, recibía gente y llamados con alegría. Este año llueve a cántaros y es todo un alivio saber que la naturaleza y yo estamos en sintonía.
Seguramente irme de la ciudad hace un año y medio a vivir en el aislamiento del bosque y el mar tenga que ver con algo de esto, no querer rendir cuentas, no querer explicar. Me cuesta horrores hacer lo que se me canta sin justificarme frente a lo que esperan de mi, estando lejos de las personas, que aunque quieran me aturden, es más sencilla la tarea de resguardarme de festejos que no deseo. De resguardarme de ocultar la tristeza, acá no hay nadie, y el día me lo puedo pasar como me sienta, o es que acaso tiene sentido preguntarle y cuestionarle  al día por qué llueve?
Es cierto, la tristeza se pasa mejor con cariño, con afecto, con abrazos, con amor. Pero si eso trae exigencias, impuesta o propias no sirve, hoy no me sirve, no me suma, no respondo de mi. No lo quiero.
Recuerdo mis cumpleaños antes de la tristeza, cuánta energía en preparar y preparar cosas, abrir las puertas de la casa, hacer compras, producirme. Pasó mucho tiempo. Es que antes de la tristeza del calendario brutal de un año más sin embarazo, estuvieron otras tristezas, despedidas, duelos. Creo que en realidad no recuerdo mucho de aquellos cumpleaños con ganas de festejo, de celebración, de fiesta y de cumplir años. Estoy desconectada con todo eso. Pero a pesar de la tristeza, se que perezosa, lenta y confundida me acerco mucho más a mi misma, y a escuchar de a poco lo que quiero y necesito, a conectar con cosas más esenciales, quizás.
Si la tristeza se va mejor. Si dejo de estar cansada mejor. Si hago lo que me hace feliz mejor. Si aprendo a saber que es lo que me hace feliz mejor. Si puedo valorar lo que tengo y sonreír mejor.
Si el embarazo viene mejor.